martes, 28 de mayo de 2013

En la panza

Te imagino cobijado por las ondulaciones de nuestro amor, tan pequeñito y vivo, tan garabato y tierno, tan inquieto y despierto. Te siento tan humano y feliz como un pequeño duende saltarín que navega en mis mares, que come de mi alimento, que crece a toda prisa con un deseo apasionado de vivir, de sentir, de curiosear por ahí. Te imagino adivinando el paisaje, intentando descifrar las voces y sensaciones que te llegan desde otros lugares, como  ecos lejanos y difusos. Te sueño rosado y latiendo.

¿Cómo es posible que tanto amor se condense en tus graciosos cinco centímetros? Recuerdo que hace unas semanas tenías el tamaño y brillo de una lentejuela destellando en mí y hoy ya creciste. Te agradezco por hacer que cada noche el sueño me sorprenda así, tan redonda y sonriente. 


1 comentario:

Eleanor Rigby dijo...

Precioso!

Es eso acaso lo que se siente?

Me encantó pensar a mi sobrino como una lentejuela.

Los quiero mucho.