sábado, 8 de marzo de 2008

Por el boulevard


“Por el boulevard de los sueños rotos
desconsolados van los devotos
de San Antonio pidiendo besos”.Joaquín Sabina

“¿Dónde estás?” “¿Cómo sos?”, estas dudas le picaban como agujas cada mañana cuando pensaba en Él, aunque se repetía inmediatamente después que el hombre ideal no existe. Sus años no pasaron en vano y además de enternecedoras pecas, su piel tenía muchas huellas de noches de amor. Escuchó un te amo tantas veces que no recordaba ni las voces de quienes le dedicaron esa frase universal. “¿Dónde estás?”, preguntaba cada noche y el sol que entraba al amanecer por la ventana de su cuarto no traía respuestas.

Un día alguien le comentó al pasar que en su ciudad existía un estrecho pasaje denominado “El Boulevard de los Sueños”. La leyenda contaba que allí se resolvían las penas de amor y que en él encontraban descanso las almas inquietas. “En esa callejuela estrechan sus manos los enemigos, los escépticos recuperan la fe y los ricos sienten caridad”, le dijeron. “Sin embargo quienes lo encuentren no pueden develar su ubicación”, agregaron. Nada más le importó desde entonces: sólo encontrar ese pasaje y en los ratos que no dedicaba al trabajo recorría los rincones en una búsqueda frenética, pero las horas se hicieron días, meses, años.

Él también lo buscaba. Cerraba los ojos y se transportaba al centro de la callejuela donde sus manos de escritor apretaban las de una mujer de ensueño, pero sus esperanzas se apagaban cada día, ahogadas por el humo de los bares que recorría solitario. Sus huesos se volvían frágiles y su piel pálida como el arroz mientras su vida transcurría en las sombras de una redacción. Aunque amaba su profesión deseaba escapar del edificio para buscar el Boulevard.

Pasaron los años y les ganó el hartazgo. Con desilusión ambos se prometieron nunca más pensar en el tema y abandonaron el juego, pero esa noche Ella y Él, soñaron el mismo sueño, la misma calle de adoquines desparejos, los mismos ojos que se encontraron y el mismo beso dulzón que amenazaba con detener el tiempo en ese instante. Se acariciaron con delicadeza sin enredarse y el murmullo del Boulevard se apagó para ambos. Pero ya era tarde, porque unas horas antes habían bajado las banderas. Los dos se despertaron con un terrible nudo en la garganta aquella mañana.

-Un final alternativo:

…Nadie los volvió a ver desde aquella noche. Inútil fue intentar localizarlos. Vivían en países diferentes y sus fotos recorrieron juntas el mundo sin que nadie estableciera entre ellos ninguna conexión, los olvidaron rápido porque ellos eran sólo dos gotas en el mar inmenso del mundo. Sin embargo, supe que viven en el Boulevard de los Sueños y lo cierto es que jamás regresarán. Mientras tanto sigo sentada aquí esperando que me llegue el turno de encontrarlo. Tengo la certeza de que ese día puede ser hoy o puede no llegar nunca…

Noralí Moreyra

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde ciudad de Guatemala, Guatemala he entrado en tu blog y es muy interesante

Luceta

Anónimo dijo...

Hola Nori: Me gustó mucho este texto y me alegro que hayas decidido publicar este tipo de escritos apelan al alma desde la literatura...
Como nos ponían en el cuaderno las maestras de la escuela primaria: Adelante!!!
Salud y amor para vos y para Gastón...
Mauro Epelbaum

Andrea Rutt dijo...

Querida Nori, tu texto es fantásticamente real.
Las palabras tomaron su forma encarnadas en un "Don Pepo" que me hizo conocer la infidelidad y la parranda...
"Don Pepo" terminaste saciando tu líbido en unas sábanas, testigos directas de tus pecados...